Simplemente un periodista

Manolo López Poy.

Hace un par de meses, mientras preparaba el equipaje para emprender un documental tan ambicioso en lo profesional como ruinoso en lo económico, me llegó la noticia de que Víctor López Villaravid nos dejaba para siempre.
Era Villaravid de esa generación que se hizo a sí misma y que logró acceder a la educación y la cultura a pesar de tenerlo todo en contra. A los 24 años era el responsable de la única radio de la comarca, se quedó sin emisora gracias a la Ley Fraga y desde entonces hasta que se jubiló, fue el corresponsal del diario El Progreso y de la Agencia EFE, además de colaborar y escribir en todo lo que se ponía a tiro. Era en definitiva, el periodista de cabecera del pueblo en el que por casualidad, yo vine a parar al mundo.

A finales de los setenta yo me largué a Madrid para convertirme en una “rara avis” local, un chaval que quería convertirse en periodista en lugar de ser abogado, médico o ingeniero, que era lo que se llevaba entonces y con lo que soñaban todas las madres. Eran los tiempos en los que la Universidad era la esperanza de las clases medias y bajas para que sus hijos pudiesen llegar a ser lo que ellos nunca pudieron. Era antes de que las clases medias se convirtiesen en mediocres y cuando el periodismo era un oficio y no un camino al estrellato.

Me zambullí en la vida agitada de lo que entonces se llamaba “la capital” y poco a poco fui despegándome de los orígenes. Me fui curtiendo en crónicas apresuradas con más o menos acierto y épocas de éxito efímero, reportajes más o menos sonados y alguna que otra jefatura, a todas luces apresurada. Mi pueblo era ese sitio al que regresaba de vacaciones con una escena repetida siempre con el mismo patrón; a mitad de camino entre la estación del tren y mi casa, un antiguo compañero del colegio me saludaba desde la puerta de su zapatería con la misma frase: “¿Qué tal va eso Villaravid?”. En su escuálido mundo mental, el antiguo camarada quería transmitirme un mensaje: “no te hagas el importante porque al fin y al cabo, no eres más que un simple juntaletras”.
Gracias a esa mezcla de soberbia e ignorancia que te proporciona la juventud, tardé años en darme cuenta de que en realidad, y sin quererlo, me estaba haciendo un elogio. Donde él colocaba la intención socarrona de rebajarme al oficio de periodista local, yo empecé a leer el reconocimiento inconsciente de la realidad y la grandeza de la profesión que elegí hace un tiempo ya remoto.

Ahora que ya he comenzado a olvidar las miles y las hieles de este negocio, he aprendido que es mucho más fácil, y de paso más glamuroso, ser corresponsal internacional o cronista del Congreso, que informador local. Al fin y al cabo, cuando escribes sobre ministros, dictadores, traficantes de armas o estrellas galácticas del fútbol, no estás obligado a cruzártelos en la calle a la mañana siguiente, ni a tomar el café en los mismos bares. Siempre es más llevadera una nota de protesta o una carta al director, que una recriminación, una crítica o una petición de cuentas a bocajarro, cuando vas andando por la acera o vas a compra el pan.

En estos tiempos en que nuestras televisiones son feudo de iletrados sin entrañas que manejan con maestría la malediciencia y el insulto zafio, ahora que los periodistas son básicamente portavoces de las empresas que les pagan el adosado, el gimnasio y el divorcio, ahora que los masters disimulan una igonrancia supina sobre la vida, valoro cada vez más a esos periodistas de lo cotidiano, capaces de entrevistar con la misma soltura a la bibliotecaria y al famoso que visita el pueblo, capaces de escribir de la ampliación del mercado de abastos o del último episodio de transfugismo político. Ahora que la importancia de la noticia depende del nivel de escándalo, valoro cada vez más la información rutinaria, la labor de quienes mantienen a sus vecinos informados de lo que realmente les atañe, por muy gris que pueda parecer.

La última vez que lo vi, Víctor luchaba contra el cáncer a base de nuevos proyectos de futuro y me regaló una reflexión que resumía muchos años de vivir contando cosas. Hablábamos de lo que había cambiado la sociedad de nuestro pueblo desde que yo había nacido y él había comenzado a ejercer de plumilla, que más o menos fue por la misma época, y me dijo: “Antes traballábamos catro o os demais ríanse de nos”. Lo recordé el otro día, cuando al regreso de mi viaje abrí un periódico plagado detenciones de políticos corruptos. A lo mejor, querido Víctor, la cosa no ha cambiado tanto. Lo malo es que cada vez queda menos gente capaz de darse cuenta y contarlo bien. Gracias y hasta siempre compañero.

http://creacionesyopo.blogspot.com/2009/11/simplemente-un-periodista.html

Ata sempre Papá
























"Hay hombres que luchan un día y son buenos. Hay otros que luchan un año y son mejores. Hay quienes luchan muchos años, y son muy buenos. Pero hay los que luchan toda la vida, esos son los imprescindibles."

Bertolt Brecht


Julio 2009

Radiología
Complejo Hospitalario Universitario Santiago de Compostela.



















Cementerio Municipal de Sarria.
21 Septiembre 2009.

Un libro de fotos de Víctor López Villarabid recogerá el cambio urbanístico en Sarria

06/12/2009 - Javier Rivera / El Progreso (Lugo)
Víctor López Villarabid, que fue delegado comarcal de El Progreso en Sarria hasta su jubilación, no sólo escribió miles de páginas sobre la vida sarriana en medio siglo de actividad periodística, sino que los objetivos de las dos cámaras que utilizó a lo largo de su vida profesional captaron imágenes que reflejan el devenir de la localidad desde los años sesenta hasta la actualidad. Una selección de 270 fotografías del periodista, recientemente fallecido, saldrán a la calle en forma de libro dentro de unos meses. El trabajo recoge una colección de instantáneas que reflejan la gran transformación urbanística experimentada por este núcleo en las últimas décadas.

Así verá la luz un proyecto gráfico que viene de lejos y que culmina una tarea que, en principio, "se presentaba bastante complicada", como dejó escrito el propio López Villarabid, al que la muerte le llegó sin ver terminada esta iniciativa. Para el desarrollo de su ambiciosa idea se vio ayudado por dos circunstancias que, a la postre, tuvieron una extraordinaria relevancia en su culminación. Uno de los factores favorables fue el desarrollo urbanístico logrado por la iniciativa privada de los sarrianos, según indica Villarabid para el prólogo de la obra. El segundo aspecto que le ayudó fue la coincidencia temporal del desarrollo de esta tarea con el trabajo profesional de Villarabid en El Progreso durante casi cinco décadas.

Santy López, responsable de la dirección técnica de este proyecto gráfico, se encargó de la selección de imágenes hechas por su padre con el fin de buscar aquellas que son más representativas del desarrollo urbanístico de Sarria. El trabajo de maquetado corre a cargo de otro hijo de Víctor, Felipe López, que dejará el libro listo para su impresión final.

La publicación, que estará muy pronto en manos de los sarrianos, refleja el crecimiento de una villa que, junto con su comarca, fue distinguida en los años ochenta como ejemplo de población endógena. Antes Sarria destacó como pionera de los talleres de ebanistería en la provincia y cabecera de la principal área agrícola y ganadera lucense, para entrar finalmente en la gran revolución de la construcción.

Esta evolución de la configuración urbanística queda resaltada en unas fotos cargadas de nostalgia, ya que muestran el aspecto de varios de los lugares más singulares de la villa antaño. Una de las instantáneas, que recoge el derribo de uno de los pinos plantados en la Casa del Marqués, evidencia el don de la oportunidad que distinguió a López Villarabid como periodista. En otras puede verse el inicio de las obras en el Malecón, la urbanización de la actual zona escolar o el cruce de la avenida donde era habitual que se produjeran accidentes al empotrarse los vehículos en el establecimiento de AgroLugo. Villarabid también dejó fotografiado para la posteridad el aspecto del cruce de Catro Camiños antes de que se levantase allí un edificio de ocho pisos, el más alto de la localidad, según recuerda su hijo Santy López.

El Progreso

Victor López Villarabid, aposentado en el recuerdo

por Luis Celeiro



Víctor López Villarabid, compañero y amigo de todos los que integramos esta Asociación de Periodistas y Estudiosos del Camino de Santiago, se fue para aposentarse en el recuerdo el 19 de septiembre de este 2009. Le acompañamos desde aquel tanatorio situado en las orillas del río de Sarria hasta el cementerio del alto, al lado del Campo da Feira, en donde tantas veces charlábamos y en esta ocasión lloramos. El también lloraba en silencio, en la despedida que no quisimos reconocer.

Su mujer, Rocío Rodríguez ,y sus hijos y todos sus allegados y amigos lo vemos ahí, en el cuarto de su cuarto piso sentado delante del ordenador navegando, ideando cómo promocionar algo o todo lo del entorno. Cuando era niño, un chaval de inteligente mirada y sin sosiego, no quiso saber nada del empleo que le ofrecían en un banco. Sin embargo trabajo de mil cosas en otros tantos lugares, escribió montones de libros y de crónicas sobre Sarria, sobre cada uno de los ayuntamientos de la comarca y sobre los peregrinos y el Camino de Santiago, su pasión.

Fue el primero de tres hermanos que sobrevivieron a la dureza del largo período del hambre, a duras penas, con esfuerzo, con trabajo y con miseria, con toda la miseria del mundo alrededor de Sarria. Su madre trabajaba en la casa de un cura y su padre, que murió muy joven, era el molinero, por eso Víctor decía que él, como Fiz Vergara Vilariño, llevaba harina en la sangre.

Y a trabajar dedico toda su vida. Primero fue monaguillo, luego vendedor de golosinas en el cine y de lotería en los bares, para dar un salto cualitativo e introducirse en el mundo de la prensa por abajo, como distribuidor del periódico en la zona, tarea de la que también se ocupaba su hermano.

Después es granjero, trabaja en una fábrica sarriana, es delegado de aspirantes de Acción Católica, da clases de mecanografía en una academia y se divierte con el fútbol del Sarriana F. C., club del que fue directivo destacado. A principios del año 1960 nuestro amigo comienza a trabajar en la radio, en una emisora local que, cuatro años más tarde, cede su frecuencia para que emita Radio Popular de Lugo.

Con cuatro años de experiencia y atraído por el poder de los que escribían en el periódico, acepta la oferta de El Progreso para llevar la corresponsalía local. Comienza el 14 de febrero de 1964, ganando 100 pesetas al mes. Su actividad principal, a lo largo del resto de su vida, se vincula a este periódico, jubilandose a los setenta años, en 2006, casi tres antes de morir.

López Villarabid también fue político y ejerció como concejal en el ayuntamiento de Sarria (1971-1976), contribuyó a la fundación de la agrupación provincial de libreros, de la que fue en varias ocasiones vicepresidente, fue miembro del Colegio Oficial de Periodistas de Galicia y directivo de la Asociación de Periodistas y Estudiosos del Camino de Santiago (APECSA) desde su fundación, en al año 1993. Y, sobre todo, nuestro preciado amigo fue un extraordinario reportero gráfico, el fotógrafo de las noticias de la comarca de Sarria, de los personajes, de los paisajes, de la evolución y del cambio, del Camino de Santiago, de la riqueza arquitectónica, de los monumentos y de las gentes.


Confesiones Por Lois Celeiro

A Víctor Villarabid, por siempre en el Camino

X. M. Palmeiro

Querido compañero y dilecto amigo, Victor López Villarabid: Han pasado dos meses en tu ausencia (19-9-09) y te imagino, caminante silencioso, fotoperiodista atento, acompañando, paso a paso, a todos los peregrinos. La verdad es que no puedo, ni quiero, imaginarte de otro modo, en ese eterno Camino de las Estrellas, que tu tanto contribuíste a difundir. Siempre al pié de la noticia, primero ante el micrófono, un poco más tarde en el diario El Progreso. Siempre notario notorio del Camino de Santiago. También de otros aconteceres y sucedidos, políticos y deportivos, culturales y societarios, momentos felices y tristes, crónicas y libros. Pero siempre haciendo gala de bonhomía, generosa y cordial, en el Camino. Luego de dos meses sin tu compañía en la Asociación de Periodistas y Estudiosos del Camino de Santiago (APECSA), quiero en este blog -nacido, qué ironía de eso que llamamos Destino, diez días después de tu marcha- testimoniarte mi agradecimiento y mi aprecio. Quiero también decirte que te echo, que te echamos de menos y que se me hace como un nudo cuando pienso que ya nunca más podrás saludarme en tu Sarria del alma con aquel ¿qué te contas?. Porque tú siempre preguntabas para escuchar alguna palabra, acaso novedosa y/o noticiable. Escuchabas para contar, transmitir, informar, periodista de guardia, informador atento. Un trabajo esencial ese labor tuyo, imprescindible para componer cada día el aparentemente perecedero cañamazo del relato general de las cosas que pasan y que venimos llamando actualidad. Un trabajo bien hecho por tu parte. Con esfuerzo y generosa dedicación, al servicio todos, para contarle a la gente lo que a la gente sucede, que en eso consiste, esencialmente, el ejercicio del periodismo. Un trabajo que se echa particularmente en falta en momentos de fantasmagóricos caminos virtuales de googelianos buscadores que encuentran poco y de pardillos comulgantes con ruedas de tecnológicos molinos en autonómicos despachos galaicos. Yo no pude acompañarte en tu definitiva despedida, tras casi 73 años de intensa y fecunda vida, pero no dejé de estar contigo, de sentir muy cercana tu siempre cálida compañía. Debe ser por eso por lo que no pude dejar pasar esta fecha sin componer este breve memorial. Por eso y porque siento más viva e intensa la soledad, quise escribirte en la confianza, en la creeencia, de que, como tantas otras veces, debía contarte algo. Poca cosa, ya ves, que quise compartir contigo y con Rocío, compañera del alma, compañera, y con vuestros hijos: Víctor, Canco, Santy, Pancho, Rocío, Felipe y Carlos. Y con los caminantes y peregrinos, que encontraron en ti al informador y al amigo. Y con los compañeros y compañeras de APECSA, que seguimos sintiendo en el Camino tu presencia, sentimiento que nos permite nuevos pasos contigo, siempre vivo, en el recuerdo. Era esto lo que tenía que contarte, breve hatillo de palabras envuelto en la cálida brisa de la amistad y siempre en el Camino compartido, hermosa senda de estrellas que nos guía y nos une. Siempre.

El Blog de X. M. Palmeiro

EN EL RECUERDO

La Orden del Camino rindió un homenaje a Villarabid

01/11/2009 - Ana Casanova (Sarria)

La Orden del Camino de Santiago y la Fundación Amigos de Galicia rindieron el sábado 31 de octubre en Sarria un homenaje póstumo al periodista de El Progreso y escritor Víctor López Villarabid. El emotivo acto consistió en una misa en su memoria en el convento de La Merced y una ofrenda floral, todo ello con música, lectura de poemas y palabras en recuerdo del homenajeado, quien era caballero de la Orden del Camino y patrón de la Fundación Amigos de Galicia.

Medio centenar de caballeros y damas de esta Orden acudieron a la ceremonia, muchos de ellos ataviados con indumentaria de capa, venera y guantes blancos, la misma con la que Víctor Villarabid emprendió su último viaje. La misa fue oficiada por el sacerdote Miguel Gómez, de la Fundación O Noso Lar de Samos, y contó con la música de Ars Combinatoria.

Familiares y vecinos asistieron también al acto, que continuó con una ofrenda floral en el cementerio municipal, donde se vivieron momentos muy emotivos con la lectura de versos de Rosalía de Castro y Celso Emilio Ferreiro. Ante la tumba, Marica Campo fue la encargada de leer un poema y el cantautor Carlos Otero interpretó una sentida pieza.

Junto a otros miembros de la Orden del Camino de Santiago, intervino el periodista Luis Rial, amigo de Villarabid, quien recordó su trabajo a favor de promoción y difusión de la ruta jacobea en todo el mundo. Además, rememoró el último viaje que realizaron a Roma y el cariño que el homenajeado profesaba al Camino Francés. Según señaló, en el Año Santo de 1993 «Villarabid foi o fotógrafo oficial que retratou ó Príncipe de Asturias en Roncesvalles».










www.elprogreso.galiciae.com

Dobre trio.

Covadonga.Asturias, 1970

Elena descansando.

No Chanto. Sarria, 1973.